Don Eugenio Garza Sada

Esta gran personalidad originaria de Monterrey, Nuevo León, Ingeniero Civil, vino a dar un giro impresionante a la ciudad para el bienestar de todos los habitantes regiomontanos siempre atendiendo primeramente las necesidades de los demás. Me consideró su fan y hay mucho que aprender de el como también saber llevarlo a cabo. Les dejo este ideario que me encanta leerlo cada vez que se presenta una situación de muchos retos.


Ideario Eugenio Garza Sada.


I. Reconocer el mérito en los demás. 

Por la parte que hayan tomado en el éxito de la Empresa y señalarlo de manera espontánea, pronta y pública. Usurpar ese crédito, atribuirse a sí mismo méritos que corresponden a quienes trabajan a las órdenes propias, sería un acto innoble. segaría una fuente de afecto e incapacitaría para comportarse como corresponde a un ejecutivo.

II. Controlar el temperamento.

Debe tenerse capacidad para dirigir pacífica y razonablemente cualquier problema o situación por irritantes que sean las provocaciones que haya que tolerar. Quien sea incapaz de dominar sus propios impulsos y expresiones, no puede actuar como director de una empresa. El verdadero ejecutivo abdica el derecho a la ira.

III. Nunca hacer burla. 

Evitar las bromas hirientes o de doble sentido. Tener en cuenta que la herida que asesta un sarcasmo nunca cicatriza.

IV. Ser cortés. 
No protocolario, pero si atento a que los demás encuentren gastos los momentos de la propia compañía.

V. Ser tolerante. 

De las diversidades que pueden encontrarse en la raza, color, modales, educación o idiosincracia de los demás.

VI. Ser puntual. 

Quien no puede guardar sus citas, muy pronto se constituirá en un estorbo.

VII. Si uno es vanidoso hay que ocultarlo. 

Como el secreto más intimo. Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia ni autocompaciencia. Cuantas veces los fracasos de hombres bien conocidos confirman el adagio de "el orgullo antecede a la caída". Cuando uno empiece a decir que otros empleados son torpes, o que los clientes son mezquinos o necios, habrá empezado a meterse en embrollos.

VII. No alterar la verdad. 

Lo que uno afirme, debe hacerlo reflexionando, y lo que prometa, debe cumplirlo. Las verdades a medidos pueden ocultar errores, pero por poco tiempo. La mentira opera como boomerang.

IX. Dejar que los demás se explayen. 

Especialmente los colaboradores, hasta que lleguen al verdadero fondo, del problema, aunque tenga que escuchárseles con paciencia durante una hora. Haría uno un pobre papel como director, si dominara una conversación en vez de limitarse a encauzarla.

X. Expresarse concisamente. 
Con claridad y completamente, sobre todo al dar instrucciones. Nunca estorba un buen diccionario a mano.

XI. Depurar el vocabulario. 
Eliminar las interjecciones. Las voces vulgares y los giros familiares debilitan la expresión y crean malentendidos. Para demoler verbalmente a sus enemigos, los grandes parlamentarios nunca emplearon una sola expresión vulgar.

XII. Asegurarse de disfrutar el trabajo. 
Es muy legitimo tener pasatiempos e intereses en otras cosas, pero si se estima como un sacrificio venir al trabajo, entonces lo que se necesita es un descanso y otra compañía en donde laborar.

XIII. Reconocer el enorme valor del trabajo manual. 
Cuya productividad hace posible la posición directiva y afirma el futuro de ambos.

XIV. Pensar en el interés del negocio más que en el propio. 
Es buena táctica. La fidelidad a la empresa promueve el propio beneficio.

XV. Análisis por encima de la inspiración o de la intuición. 

Este debe ser el antecedente para actuar.

XVI. La dedicación al trabajo. 
Beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera. En esto se asemeja a un sacerdicio.

XVII. Ser modesto. 
Si no se comprende que nada tiene que ver con el valor de la persona - el tamaño del automovil o de la casa, o el número de amigos y de los clubes a que pertenece o los lujos y el rótulo de la puerta del despacho- y si estas cosas significan para uno más que la tarea bien y calladamente cumplida y los conocimientos y el refinamiento espiritual para adquirirlos, entonces se precisa un cambio de actitud o de trabajo.

"El respeto a la Dignidad Humana está por encima de cualquier consideración económica"



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