Ruleta rusa

“Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?” 

Estoy muy enamorado, pero eso no tiene que ver nada con esto. A lo mejor un día de estos dejo de escribirte. O te escribiré solamente cuando tenga deseos, necesidad de hacerlo. No me gustan los trámites, las fórmulas en el amor; no me gustan los compromisos, los juramentos. Si tú quieres escribirme -porque quieres escribirme- cada tres días, encantado. Si yo quiero hacerlo diario, tanto mejor. Pero siempre la cosa espontánea y natural. Quiero ser libre dentro de esta esclavitud. Te quiero, sí, te quiero: pero a medida de que te quiero se me van haciendo innecesarias las palabras; tengo que saber que no es indispensable el decírtelo. ¿Comprendes? Si tú no fueras tú, no diría esto. Podrías salirme con que no te quiero, con que no te comprendo, con que no soy tuyo. Pero tú tienes que ser tú, diferente, exclusiva, única.


Quien soy yo para decirte amor mío que hacer, si el alma es libre en un mundo lleno de disturbios pero cómo amar ésa alma sin tanta atadura, cómo soportar tanta controversia que ocasionan aquellos momentos, es difícil amar y entender todo lo que nos acapara dentro de ésta ilusión material y aunque veamos que tenemos una conexión me cuesta trabajo aceptar le realidad que llega cómo una estrella choca con otra, momentos de frustación pero a la vez llena de luz que se ve impresionante y maravilloso llevando a que tenga fisuras estando en un plano donde se entiende el concepto de la vida, quisiera llegar a una edad en la que la atracción por el físico queda en el olvido supliendo al experimentar lo mas sagrado que es nuestras almas. 
Dime amor mío cómo le hago para superar ésta realidad, dame la fé y la tranquilidad, regocíjame entre tus brazos, y aunque sé que esto puede significar que me desarmes puede que hagas que tenga un avance espiritual al momento de experimentar el amor sin ataduras siendo yo cuidando de mi sin caer a lo material justificando tus actos a que eres alguien quién se enreda en todo éste mundo con tal de que no me ensucie en el haciendo de tu vida sin escrúpulos, sin tapaduras y salvaje.

Abstractos del libro Cartas a Chepita del Autor Jaime Sabines 






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